miércoles, 22 de septiembre de 2010

Universo argumental.

Una de las tareas más importantes a la que he tenido que dedicar mucho tiempo y esfuerzo, cuando he querido crear un título nuevo, ha sido la de configurar un universo argumental. ¿A qué me refiero?  Sencillamente al marco en el que se desarrolla el argumento. Es el contexto en el que creo a los personajes y en el que delimito todo acontecimiento, trama y subtrama.
 ¿Un ejemplo? Hace unos tres años conocí a un dibujante de Costa Rica: Óscar Arguedas. Había creado un personaje de cómic al más puro estilo Conan, pero hundiendo sus raíces en la cultura vikinga. Me gustó el entusiasmo con el que trataba de sacar adelante su creación y quise regalarle unas palabras que hoy decoran la bienvenida de su página web, en forma de prefacio (Aquí La cuestión es que me dio por escribirle un guión (que no terminé por falta de tiempo) y el argumento para un potencial número con vocación de colección. Y justamente para crear ese argumento, me vi en la necesidad de delimitar qué clase de mundo era en el que vivía aquel fornido vikingo llamado “Uldox”. No me costó mucho imaginarme un mundo gobernado por los dioses de la mitología nórdica y crear personajes que usaran la magia arcana o recibieran grandes poderes al ser campeones de esos dioses. Así, configuré un personaje con características de semi-dios llamado Krommar, que tenía poderes sobrenaturales. No iba a ser el protagonista, puesto que lo era Uldox, pero su presencia  tenía que estar asegurada. Ese nombre tenía fuerza y de hecho fue el que terminó dando el título a esa hipotética colección: “El puño de Krommar”. Ese fue el hilo del que fui tirando para configurar el universo argumental necesario y  saber qué mundo presentar a los potenciales lectores. Evidentemente, la mitología nórdica iba a suponer un gran recurso para jugar con la imaginación y el trabajo final quedó bastante curioso:


Lo importante de aquella experiencia fue comprobar que toda historia necesita el citado universo argumental, por muy pequeña que vaya a ser. Es cierto que a una historia pequeña le corresponde un universo argumental pequeño, pero siempre debe estar presente. En el caso de “El puño de Krommar”, tuve la impresión de que el universo argumental que creé podía generar una gran cantidad de tramas y personajes, porque la sinergia resultante tras los personajes creados era muy potente, ya que estaba convencido de que el potencial lector podría comprender rápidamente las “leyes” trazadas a través del mismo. Ése es un detalle fundamental si uno quiere que las tramas a desarrollar sean comprensibles de cara al lector. Por muy enrevesadas que sean las ideas que se le ocurran al/a la  autor/a, debe hacerse un gran esfuerzo para lograr simplificarlas para que el lector pueda comprenderlas e implicarse en la lectura. De esta forma, la comunicación entre autor/a y lector/a será clara y del todo evocadora. En el caso que me ocupa de ejemplo, el proyecto quedó en nada porque quise aprovechar el tiempo para otros proyectos en los que ya estaba comprometido. Pero lo poco que hice, terminó gustando a Óscar. De hecho, la sinopsis del argumento del primer número, generado por el universo argumental que diseñé, ha quedado incluida en la web de Uldox (Aquí)  Incluso comencé a elaborar el guión del prólogo (no, aún no había encontrado el formato más cómodo. Para muestra…


Si algún día dispongo de tiempo para terminar aquel proyecto… sin duda me pondré en contacto con Óscar Arguedas para que lo dibuje. ¡Maldito tiempo! En fin. Nunca es suficiente el trabajo, si la idea es buena. Así que recomiendo a aquellas personas que, como yo,  estén comenzando en esto de la elaboración de cómics, crean en sus ideas y en sí mismos. Si tienen una buena idea… el trabajo con criterio y constancia dará sus frutos!